domingo, 16 de noviembre de 2008

Daniel Viglietti - La canción vigente

"Yo pregunto a los presentes
si no se han puesto a pensar
que esta tierra es de nosotros
y no del que tenga más".

("A desalambrar")

Para los más viejos, decir Daniel Viglietti es nombrar a un ser querido y familiar, volver a tararear canciones que expresaron, con fuerza, la rebeldía social y política de los años 60-70 y que continúa manifestándose hasta hoy, con otras formas. Para los más jóvenes, Daniel Viglietti es una leyenda viva que siempre está donde debiera estar. El cantautor uruguayo fue uno de los artistas presentes en el Tercer Foro Social Mundial de Porto Alegre. Estuvo entre los invitados de honor en el acto de lanzamiento del semanario del Movimiento Sin Tierra (Brasil de fato). Un auditorio desbordante lo ovacionó e hizo coro cuando cantó A desalambrar. Y lo mismo ocurrió en el recital al aire libre que ofreció en un parque de la ciudad brasileña, donde lo rodearon cientos de jóvenes, principalmente de habla hispana. No sólo cantó con una voz que los años parecen no haber alterado; entre canción y canción fue reseñando historias de otras leyendas vivientes de América Latina con las que tuvo oportunidad de compartir. Entre ellos, Violeta Parra y Víctor Jara. Es como si Daniel Viglietti se hubiera impuesto la misión de mantener viva la memoria histórica en las nuevas generaciones.
Este artista, que reside en Montevideo, se mantiene activo, trabajando más o menos paralelamente en distintas facetas de una carrera artística que comenzó a finales de los 50, con letras que él mismo describe como líricas y paisajistas. "Después fueron tomando más conciencia", dice, como si sus canciones tuvieran vida propia. Durante la dictadura en Uruguay tuvo que partir al exilio. Vivió once años en Francia, pero no pasaba mucho tiempo en casa. Constantemente recorría las redes solidarias que se extendían por distintos países, siempre dispuesto a cantar en apoyo a las causas democráticas y de lucha popular en América Latina. Volvió a su país en septiembre de 1984, cuando la dictadura estaba en retirada. Dice que su trabajo se desdobla en componer canciones y cantarlas y, a veces, más escasamente, en cantar temas de personas que ha sentido muy cerca. Ahora está preparando un disco con composiciones nuevas. El anterior se tituló Esdrújulos. "Hasta ahora no he tenido la ocasión de mostrarlo en Chile, pero una de las canciones que incluí en ese disco se basa en la música de una canción anónima chilena que me enseñó una entrañable amiga, Ximena Bulnes (ya fallecida)".
¿En general, cuál es el contenido de sus últimas canciones?
"Es muy variado, pero siempre están presentes esos sentimientos humanos que sería obvio nombrar, pero que nos han sido traicionados, arrebatados o deformados en un mercado lleno de trampas, donde las palabras han sido manejadas, donde justicia quiere decir otra cosa o amor, ternura o compañerismo han sido devaluadas en su significado. En esos planos se sigue moviendo la canción. Yo creo que uno siempre está componiendo, en el sentido que constantemente absorbe cosas del mundo que le rodea. Se dice que la canción se hace cuando llega el momento de llevar la mano al papel, pero viene de mucho más atrás. Es una criatura que no tarda nueve meses. A veces demora hasta nueve años en nacer. Yo tengo carpetas y casetes con borradores de canciones que permanecen guardados durante años y, de repente, nacen con una pequeña modificación. Otras se hacen rápidamente, como me ha pasado al conocer procesos como el sandinista -cuando estaba saludable- o el zapatismo".
¿Qué rumbo ha seguido como intérprete?
"En mi camino he ido desarrollando un trabajo a partir de los poetas. A comienzos de los 60, componer canciones a partir de una poesía no se había convertido en una moda y no existía el facilismo de ahora, que le hace oír a uno una cantidad de disparates a costa de Federico García Lorca o Rafael Alberti. Primero hice algunas canciones sobre poesía de Nicolás Guillén, César Vallejo, Lorca, Alberti y poetas uruguayos. Esa etapa pasó, porque en la época del exilio no seguí haciendo canciones sobre poemas. En cambio, pasé a hacer algunos recitales con poetas, lo que no implicaba cantar sus poemas sino hacer que la música y la poesía compartieran el escenario. Inicialmente, en Uruguay, había hecho una presentación de este tipo con Juan Gapagorry (poeta uruguayo fallecido) en un ciclo llamado Hombres de nuestra tierra, sobre los oficios del hombre de campo. Ese ciclo está grabado en un compacto, como todos mis discos anteriores. Después, en el exilio, combinamos trabajos con Eduardo Galeano en Alemania, Francia y Canadá. Los textos breves que él hace desde años, se tejían con canciones mías. Luego, con más permanencia, hicimos un dúo con Mario Benedetti, llamado A dos voces -que también está grabado-, donde Mario lee sus poemas y yo canto mis canciones".
¿Siguen haciendo esas presentaciones?
"Ahora lo hacemos muy excepcionalmente. Estuvimos en Alicante (España), en cuya universidad se creó el Centro de Estudios Latinoamericanos Mario Benedetti, y lo repetimos en diciembre en Uruguay donde se filmó por primera vez. Pero creo que no lo volveremos a hacer en un largo tiempo debido a las actividades de ambos. Yo soy el principal interesado en que Mario se dedique a la escritura y cuide su salud, que ahora está un poco mejor".

EXPLORANDO A LOS OTROS

Simultáneamente, Daniel Viglietti desarrolla desde hace años un programa semanal en la radio El Espectador, de Uruguay, donde presenta el resultado de lo que él define como "un trabajo de investigación, de exploración de los otros". Es otra vía de expresión que, según dice, a veces le quita un poco de tiempo al músico, hasta que éste reclama su espacio.
¿Cuál es la idea, cómo nació ese programa?
"Desde los años 60 vengo haciendo trabajo de investigación. Empecé a hacerle preguntas a quienes hacen cultura, especialmente a los músicos, pero también a poetas, escritores, pintores, bailarines, cineastas e, incluso, psicoanalistas, como una forma de explorarlos. Esto fue derivando, con mucha intensidad, en textos publicados en el semanario Marcha, que fue una publicación histórica en Uruguay hasta la dictadura. Después continué en el semanario Brecha y ahora, cotidianamente, en programas de radio. Algunos programas nacieron en el exilio, en radios de España, Francia y Alemania, y luego en Argentina y Uruguay. Es una producción de media hora, muy elaborada, cuya preparación me demanda hasta 12 ó 14 horas. Estos programas pueden estar referidos a un personaje o a una circunstancia. Obviamente, pienso dedicar varios al Foro Social Mundial".
¿No ha pensado extender este programa radial a Chile?
"Sí, intenté hacerlo, pero siempre nos topamos con la dificultad de que hay que conseguir auspicios".
Lo que sí ha surgido es la posibilidad de que sus programas sean reproducidos, difundidos y conservados en la Universidad de Alicante. "Espero que algún día esto repercuta en mi propio país", comenta Viglietti. No le faltan ganas de venir a Chile a mostrar el trabajo de sus últimos años. "Me encantó participar en el acto en memoria del Che (Estadio Nacional, 1998) y ver a todos esos jóvenes que coreaban algunas de mis canciones. Fue algo que me sorprendió mucho. Como cuando comencé a cantar Gurisito, que no es una de las canciones más conocidas. En cambio, sí es muy conocida A desalambrar, porque la grabó Víctor Jara, igual que Cruz de luz, dedicada a Camilo Torres, que también grabó Víctor con el nombre del sacerdote y revolucionario colombiano".
Es evidente que hay una muy buena relación entre usted, sus canciones y la juventud. ¿A qué lo atribuye?
"Hay una conexión con la poesía y con ciertas canciones mías. Yo las llamo 'canciones humanas' parafraseando un poquito a Vallejo, cuando escribió sus poemas humanos, sin pretender entrar en una comparación con el gran poeta peruano. Las llamo así porque revalorizan sentimientos, como el compañerismo, la ternura compartida, la necesidad de justicia, la urgencia de actuar frente al exterminio planetario. Estos son referentes. Estoy seguro que los jóvenes tienen sus propios y actuales referentes. Un jovencito no puede tener de ídolo permanente a Violeta Parra, a Atahualpa Yupanqui o a alguno de nosotros. Pero somos como un referente que les completa la visión del mundo, sobre todo en el aspecto de revelar la visión de otra generación, de lo que ha sido una historia que no empezó ayer ni anteayer y de la cual hay que sacar experiencias para seguir avanzando".

VIVENCIAS EN CHILE

Usted habla con mucho afecto de Violeta Parra.
"Para mí es una especie de hermana mayor. A principios de los 60 escuché algunos de sus discos, que llegaban muy aisladamente a Uruguay. Y cuando fui a Chile para participar en un festival en Viña del Mar, lo primero que hice al llegar a Santiago fue dirigirme a Carmen 340, donde funcionaba la peña de los hijos de Violeta. Ahí la encontré, ella no tenía aún la carpa de La Reina. Recuerdo que una de las principales cosas que me dijo a modo de consejo -yo era bastante joven en esa época- era el cuidado que había que tener respecto del manejo de la canción que podían hacer los partidos políticos. Ella no se dejaba manipular y, por cierto, tenía razón. Yo también he sido muy des-confiado en ese aspecto -así, con guión intercalado, porque confío muchísimo en numerosas cosas de la vida-. Pero he aprendido mucho. ¡Y cómo no hacerlo si cuando estuve en Chile durante la Unidad Popular fue cuando menos canté!".
¿Por qué?
"Por fenómenos de sectarismo... Y lo digo con todo el cariño que siento por Chile y el pueblo chileno. Cuando quise editar un disco en 1973 en Dicap (Discoteca del Cantar Popular, sello estatal) no pude hacerlo, ni ahí ni en ninguna otra parte. Supongo que como no tenía un carnet partidario, no encajaba en el esquema. Eso no empaña el recuerdo luminoso que tengo del Chile de entonces, pero me enseñó que las cosas en la vida no son sencillas y que uno de los grandes peligros es el sectarismo. También hemos aprendido de lo sucedido con el llamado 'socialismo real', donde se siguieron caminos que no debían ser y que estuvieron cargados de mentiras, traiciones y desviaciones. En una oportunidad, cuando fui a la ex República Democrática Alemana a un festival de la canción política -algo que me parece errado, porque todas las canciones lo son-, fui considerado 'difícil' por tener 'una tendencia de tipo guevarista'. Parece mentira, ¿no? Desgraciadamente, es la pura verdad. Testigo de esto es Isabel Parra, quien tuvo una actitud muy digna conmigo".
¿Nunca militó en un partido político?
"Creo que uno en lo que canta muestra lo que piensa sobre la vida de la gente. Yo me expreso a través de las canciones y me parece que quien las escucha va desentrañando los pasos que uno da".
¿Se siente parte del movimiento que se está gestando por "otro mundo posible" en el Foro Social Mundial?
"Hechos como este foro me parecen muy positivos, sobre todo para las nuevas generaciones, porque sirven para hacer circular cierto tipo de ideas entre los más jóvenes, y eso contribuye a que se produzca un relevo que es imprescindible. Aquí se manifiesta la alegría de la gente, la ilusión. Pero esto no me hace perder de vista las acechanzas y dificultades. Tenemos que estar muy vigilantes sobre lo que puede venir, particularmente en Brasil o en un eventual gobierno progresista en Uruguay, que es una hipótesis posible como resultado de la próxima elección presidencial. Para enfrentar estas situaciones hay que aprender del pasado. Sin pretender comparar, uno recuerda lo que ocurrió en Chile, aunque también es cierto que son situaciones nuevas. Todo esto es muy complejo. Es necesario hacer una composición nueva de una cantidad de elementos en un mundo en el que ya no existe el 'socialismo real' que, si bien es cierto tenía muchos errores, de alguna manera jugaba un rol en el equilibrio de fuerzas a nivel mundial. Hoy, China, que eventualmente podría jugar ese rol, no parece ir en esa dirección. Al contrario, está afirmando un desarrollo de tipo capitalista. Los símbolos de un socialismo que sobrevive son Cuba y Vietnam, países que enfrentan muchas dificultades y sin posibilidad de contrapeso. A pesar de eso -siempre me acuerdo de una canción de Pablo Milanés que dice 'no vivimos en una sociedad perfecta'-, con aciertos y desaciertos, la Revolución Cubana es un hecho de una importancia histórica tremenda y la seguiremos apoyando en su lucha por salir adelante de esta coyuntura tan difícil".

CAMINO DE ESPERANZA

¿Hay esperanza? ¿En qué cifra usted esa esperanza?
"Una de las cosas que hemos aprendido es que una sociedad que cambia debe mantener su sentido crítico y se tiene que salvar de la burocratización, de los pequeños poderes de la silla. El escritorio y la silla son una tentación terrible, y pueden llevar a cosas impensadas. Hay que pensar en la crisis que ha atravesado el sandinismo, que fue un movimiento tan transparente. En ese sentido, el aporte del zapatismo -un nuevo flujo dentro de los reflujos- es esperanzador. A mí me parece valioso el trabajo 'coral' del zapatismo, porque si bien cuenta con un muy importante solista de la palabra -el subcomandante Marcos- también tiene un importante trabajo coral que viene de voces muy lejanas y propias de su historia. Considero que los silencios también expresan, y la experiencia que viví en México cuando participé en el Encuentro Intergaláctico fue muy fuerte. Dentro de lo fugaz de esa experiencia, respiré tolerancia, apertura a las diferencias de opinión y al modo de concebir la vida dentro de esta visión de cambio y de enfrentamiento al neoliberalismo, capitalismo, globalización o al nombre que se le ponga a esta dominación del dinero y la guerra sobre lo humano. Sentí que había más amplitud para considerar las diferencias, partiendo por las propias diferencias étnicas. Los indígenas de Chiapas han sido postergados y humillados, y las izquierdas latinoamericanas, imperceptiblemente o no, a veces han caído en el racismo, olvidando lo ocurrido con grandes sectores de la población de nuestros países. Incluso cuando se piensa en un tema tan dramático como es el de los desaparecidos, en ocasiones he sentido como si en ciertos círculos los desaparecidos de Guatemala estuvieran menos presentes que los desaparecidos de nuestro Cono Sur. Simplemente, porque en su mayoría son indígenas. Estoy consciente de que estas comparaciones son terribles, pero hay que tener mucho cuidado con eso".
¿Siempre le preocupó el tema indígena?
"Desde mis comienzos hubo tendencia a acercarme a los indígenas. En 1961 escribí Canción para mi América, el primer tema que llegó a Chile a través de Isabel y Angel Parra, quienes fueron censurados en la televisión. Ellos se negaron a actuar si no los dejaban cantar este tema que dice 'dale tu mano al indio'. Quienes estábamos en esa posición de darle la mano al indio, hemos seguido de cerca los grandes movimientos de lucha por los derechos indígenas, que han cobrado renovado impulso en nuestros países por supuesto incluyendo a Chile y los mapuche".
Durante su actuación, usted recordó que en América Latina sigue habiendo presos políticos. Recientemente, en Chile se aplicó la ley antiterrorista a detenidos mapuche.
"En Chile, Argentina y otros países latinoamericanos aún quedan presos políticos del período anterior. Y hay otros presos de circunstancia que también son políticos, como los piqueteros en Argentina y los mapuche en Chile. Es terrible que eso siga ocurriendo".
En sus presentaciones en Porto Alegre usted destacó la canción "A desalambrar". ¿Por qué?
"La gente del Movimiento Sin Tierra me la pidió, porque para ellos es un símbolo. Esa canción está muy presente hoy. Pero mis composiciones no son funcionales y el día en que la tierra se reparta, igual me dará gusto cantarla. La canción, si está hecha con amor, profundidad y dedicación -como yo trato de hacerla- sobrevive ciertas circunstancias. Para mí, la canción es exigencia y trabajo".
¿Cuál fue la relación que usted tuvo con la canción chilena?
"Pasó inicialmente por Violeta y sus hijos. Por un personaje fascinante como el 'tío Roberto' y sus cuecas choras. Por Margot Loyola, quien me parece muy importante en la historia de la música chilena. Vi nacer grupos, como Quilapayún e Inti Illimani. Entre otras figuras con las que compartí y que tal vez ahora son menos conocidas, está Payo Grondona, quien tuvo la inteligencia de manejar una visión desde el humor con composiciones muy valiosas, además de ser un buen analista de la canción. También el 'Gitano' Rodríguez, quien hizo un libro sobre 'los cantores que reflexionan'. Desde luego, ahora hay muchas voces nuevas. En mis visitas a Chile siempre he aprovechado para llevarme discos de grupos y solistas. Y espero volver a hacerlo cuando regrese por esos lados"

PATRICIA BRAVO
En Porto Alegre

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